miércoles, 4 de mayo de 2011

No se puede prescindir de la fe a la hora de valorar las realidades terrenas. Resistencia al mal.

Un cristiano no debe prescindir de la luz de la fe a la hora de valorar un programa político o social, o una obra de arte o cultural. No se detendrá en la consideración de un solo aspecto –económico, político, técnico, artístico...– para dar por buena una realidad. Si en ese acontecimiento político o social o en esa obra no se guarda la debida ordenación a Dios –manifestada en las exigencias de la Ley divina–, su valoración definitiva no puede ser más que una, negativa, cualquiera que sea el valor parcial de otros aspectos de esa realidad.

No se puede alabar esa política, esa ordenación social, una determinada obra cultural, cuando se transforma en instrumento del mal. Es una cuestión de estricta moralidad y, por tanto, de buen sentido. ¿Quién alabaría un insulto a su propia madre, porque estuviese compuesto en un verso con gran perfección rítmica? ¿Quién lo difundiría, alabando sus perfecciones, aun advirtiendo que eran solo «formales»? Es manifiesto que la perfección técnica de los medios no hace más que agravar la maldad de la cosa en sí desordenada, que de otra manera quizá pasaría inadvertida o tendría menos virulencia.


Francisco Fernandez Carvajal

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