domingo, 1 de mayo de 2011

# Jesús anuncia su Pasión. Con su amor y humildad nos sirve de ejemplo, del camino a seguir.

  • Cuaresma. 2ª semana, Miercoles

    Jesús anuncia su Pasión. Con su amor y humildad nos sirve de ejemplo, del camino a seguir.

    Los malvados dijeron: "¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías… inventemos alguna mentira contra él…". El pobre estaba desconcertado y reza así: “¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor”. Jeremías que se porta bien y sufre los ataques de los demás que les fastidia el profeta es una figura de Cristo, que precisamente hoy anuncia su Pasión. Jeremías es un alma sensible, que sufre mucho cuando le atacan injustamente: Te ruego, Señor, por todos los perseguidos, criticados, marginados a causa de lo que hacen o de lo que dicen. Qué poder más grande el de la lengua: puede hacer mucho bien o destruir a alguien. Es a veces mucho peor que un puñetazo o una herida profunda. También ahora la Iglesia estorba a los que quieren portarse mal, y el Papa es criticado porque defiende la verdad de la vida, de la familia, de Dios. Dicen que mientras Sócrates meditaba, un discípulo se acercó diciéndole: "Maestro, quiero contarle algo, un amigo suyo habló de usted en mal plan". El gran filósofo de Grecia lo interrumpe preguntando:
    “-¿Ya hiciste pasar por las tres cribas lo que me vas a contar?”
    “-¿Cuáles?” le responde el otro.
    “-La primera, la verdad: ¿ya examinaste si lo que quieres decirme es verdadero en todos sus puntos?”
    El sorprendido discípulo contestó: "-No, lo he oído decir a unos vecinos".
    Sócrates replicó: "-al menos habrás hecho pasar por la criba de la bondad; lo que me quieres contar, ¿es bueno por lo menos?”
    El discípulo dijo: "-No, en realidad es todo lo contrario".
    -“Ahhh... -interrumpió Sócrates-. Entonces, vamos a la tercera criba: -¿Es necesario que me cuentes eso?”
    -"Para ser sincero no, necesario no es", dijo el intrigante.
    Entonces Sócrates le respondió: "-Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario... no merece ser conocido por nadie, sepultémoslo en el olvido".
    ¡Cuánto daño, por esparcir maledicencias! ¡Cuántos sufrimientos se podrían evitar callando, o pensando un poco, antes de dejar ir aquello en un momento de mal genio! Hay personas que primero hablan, sin pensar lo que dicen y pierden amigos... A ver si entendemos qué significa que “somos dueños de nuestro silencio, y esclavos de nuestras palabras”. Jesús en la Cruz pedirá por sus verdugos: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen».
    No es fácil rezar por los que nos hacen daño… vamos a pedirlo al Espíritu Santo, que transforme nuestro corazón… y que nos dé la fe que reza el Salmo: “Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. Oigo los rumores de la gente y amenazas por todas partes, mientras se confabulan contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos y de aquellos que me persiguen”. Tranquilos, porque si Dios está de nuestra parte, ¿quién se atreverá a ponerse en contra nuestra? La última palabra la tendrá siempre la Vida. Confiemos nuestra vida en manos de Dios y Él nos llevará consigo a la Gloria que les espera a los que viven siéndole fieles. Jesús ha hecho primero el camino. Él ha dicho: "El buen pastor da su vida por sus ovejas." Y su vida nueva surge de la muerte.
    Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de Él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará».
    Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». (La copa es la amargura, el dolor) Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».
    Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». Van aprendiendo que no quien sigue a Jesús no ha de seguir el poder, el prestigio, el éxito y quedar bien. Cristo se entrega, es servidor de los demás, no busca los puestos de honor, y es el modelo para nosotros: «No he venido a ser servido, sino a servir, a dar mi vida por los demás». Como decía la Madre Teresa de Calcuta: “El hombre que no vive para servir no sirve para vivir”. Y san Josemaría: “para servir, servir”. Y al Papa se le llama “el siervo de los siervos de Dios”. Y a los que se les reza porque podrían ser santos, “siervo de Dios”.
    Escribía J. Urteaga: "Ocurrió en un pueblo español. Intervienen como protagonistas: un muchacho enfermo, su familia, una ermita dedicada a Santa María y muchas súplicas.
    El chico tiene 14 años, era alegre, dinámico, cicharachero, incapaz de estarse quieto un instante, deportista...; en muy poco tiempo el muchacho ha sufrido un cambio espectacular. Una parálisis progresiva le tiene inmovilizado en un sillón de ruedas. Toda aquella alegría contagiosa se ha transformado en un infierno, especialmente para la familia; en lo humano es inútil, en lo espiritual un pequeño monstruo egoísta. Todos deben servirle, cuidarle, atenderle, desvivirse por él. Todo es poco.
    Una luz se ha encendido en el alma de su madre. Le llevaran a la ermita. Rezarán a la Virgen. Le pedirán su curación. Se hará el milagro.
    Llegó el día. Ante la reja hay una madre que habla en voz alta con la Virgen, sin que le importe ni poco ni mucho que haya gente en su entorno.
    ¡María, tienes que cuidar a mi hija! ¡Es mi pequeña! Cúrala María. Que fallen los diagnósticos. ¡Qué no sea cáncer! Esta niña es todo lo que tengo en mi vida. ¡Cómo te la vas a llevar! ¡María, que no sea cáncer! Ella también te lo pide. Me ha dicho que venga a rezarte a la ermita. ¡Anda, María, que no sea cáncer!
    Poco después, aquella madre angustiada, santiguándose, abandonó la reja de la ermita.
    Es ahora cuando la otra madre, la de nuestro muchacho, se acerca para decirle, al tiempo, con miedo y con dulzura:
    ¡Hijo!, ¿ya has Pedido a la Virgen... ? Y se realiza el portento.
    -Sí, mamá. He pedido la curación... He pedido a la Virgen que no sea cáncer”.
    Señor, a veces yo también soy un auténtico monstruo por el egoísmo. Si ser cristiano es parecerse a Ti... me tienes que cambiar. ¡Qué piense en los demás! ¡que haga más por los demás que por mi! ¡que ayude, que haga favores, que me dé cuenta de lo que necesitan o de lo que podría alegrarles! ¡Cúrame, Madre mía, y dame mi corazón generoso! Gracias (cit. por José Pedro Manglano). Continúa hablándole a Dios con tus palabras.
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      • Yvette Camou
        ¡Qué misión tan difícil le tocó a Jeremías! Tener que ser rechazado por reyes, sabios, profetas y sacerdotes que ya se sentían tan seguros del Reino por las profecías de Isaías. Ahora viene él a predicarles en oráculos y lamentaciones, dándoles advertencias sobre la caída de Jerusalén. Ofrece su continua colaboración a Dios por la salvación del pueblo elegido, es un profeta que se sostiene en la esperanza de esta conversión; tiene que recurrir a la crítica y pide clemencia a Dios para que lo libre de sus adversarios. Como Jesús fue condenado por sumos sacerdotes y escribas; él también fue condenado . Podríamos considerar que Jeremás fue un profeta inoportuno para su tiempo, cómo también en nuestra sociedad se ataca al Santo Padre cuando habla acerca del relativismo moral, defiende el derecho a la vida, la paz y la libertad religiosa. También el Papa es asediado por medios de comunicación, por reyes, gobernantes, falsos profetas y hasta por sacerdotes que han traicionado a Jesús. ¿Acaso el Papa Benedicto XVI fue inoportuno con su intervención en Regensburg, que tanto indignó a los líderes musulmanes? ¿Fueron inoportunos los mártires de la Guerra Civil Española y los de la Guerra Cristera en México? ¿Es inoportuno el Arzobispo de Madrid cuando manifiesta su indignación por lo sucedido en la Capilla de la Universidad Complutense? ¿Fue inoportuno el Dr. Bernard Nathanson por denunciar a los abortistas? Tal parece que vivir la fe puede percibirse en nuestra cultura tan secularizada, como algo muy inoportuno. Pero esto no es una novedad. Revisemos el Evangelio en Mateo 20,17-28 del día de hoy y nos daremos cuenta que también Jesús recibió propuestas inoportunas. Ya iba a Jerusalén y les había anunciado a sus discípulos que iba a ser entregado a los sumos sacerdotes y escribas, cuando sale a su encuentro esta señora, la mamá de Santiago y Juan, que no entiende la naturaleza del Reino de Dios y le pide que sus hijos se sienten uno a la derecha y otro a la izquierda en su Reino. Esta señora sí fue inoportuna. El Reino de Dios no es un reino de privilegios ni poderes, es un Reino de amor y de servicio. Como lo explica Jesús, si quieres ser el primero en ese reino, hay que ser el servidor de todos. Hay mucho trabajo en la viña del Señor por realizar, no busquemos excusas diciendo que no sabemos cómo hacerlo, para saberlo, hay que acercarnos, detectar cuáles son las necesidades de servicio y trabajar....! No ocupemos nuestra mente con cuestionarnos sobre quién se va a sentar a la derecha o a la izquierda, confiemos en la voluntad de Dios que es la Misericordia misma y no usurpemos el derecho que Dios Padre tiene.
        24 de marzo a las 9:14 · · 1 persona
      • Yvette Camou Tan sólo reflexionemos qué tan inoportunos somos nosotros cuando le pedimos a Dios cosas que nos apartan de Él y de su Reino. Mejor pidámosle su Espíritu para estar cerca de Él
        24 de marzo a las 9:29 ·
  • Miguel Pons Morito
    Lectura del libro de Jeremías 17,5-10

    Así dice el Señor:

    «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.

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