domingo, 1 de mayo de 2011

Texto del Evangelio (Jn 4,5-42):

En aquel tiempo, Jesús llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.

Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber». Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva». Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna».

Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla». El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá». Respondió la mujer: «No tengo marido». Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad».

Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar». Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad».

Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo». Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando».

En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?», o «¿Qué hablas con ella?». La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?». Salieron de la ciudad e iban donde Él.

Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come». Pero Él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis». Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?». Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto para la vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador. Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador: yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga».

Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he hecho». Cuando llegaron donde Él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».








Yvette Camou
Agua Viva. Este es un tema que los místicos manejan con una profundidad capaz de transformar y convertir. A Santa Teresa de Jesús le encantaba este pasaje, para ella la fuente de agua viva era la contemplación. Jesús quiere transmitirnos esa eternidad desconocida y silenciada por una cultura pagana que se empeña en apagar la llama del amor que debiera radicar en nuestros corazones.
El mundo nos ofrece muchas aguas y tenemos todo un catálogo para escoger, desde las aguas más sucias y negras de los vicios, de los placeres, de los negocios deshonestos, del sexo desenfrenado, de la vanidad, la autosuficiencia y del poder hasta las aguas radiactivas que se están consumiendo en Japón.
¿De cuáles aguas estamos bebiendo? ¿A qué pozos nos acercamos? En la sociedad actual, estamos bebiendo las aguas que nos ofrecen los progresistas y todos aquellos que parecen estar alineados a aquella frase que escribió Nietzche en el prólogo de Zarathustra: “permaneced fieles a la tierra”. A este llamado han acudido nuestros políticos, algunos religiosos y otros que han abandonado al pueblo de Dios, privándolo de su verdadera agua viva, silenciando la voz de su alma y desalentando la promoción humana.
La samaritana, al igual que muchos de nosotros, vive en un ambiente social sincretista. Le platica a Jesús sus males pero no le importa mucho lo que pasa en su vida. Hoy en día también hay mucha gente que no le importa mucho cómo vive. Hay quienes viven en uniones libres y no les importa que no sean esposos. Se conforman con vivir en unión. No importa cuánto dure. Cuando se enfaden, desechan a su pareja y consiguen a alguien más. La idea de eternidad no ocupa sus conciencias. Están muy ocupados viviendo el momento. El agua que buscan es la que satisfaga sus necesidades con una gratificación inmediata. Si se sienten bien, entonces está bien. No importan los valores, sólo importa sentirse bien, las consecuencias no importan. Las parejas que viven en unión libre dicen sentirse muy bien pero no se preguntan qué piensan sus hijos, las inseguridades en que viven y la desprotección.
Es así como el movimiento “New Age” trata de colmar la sed espiritual de mucha gente en nuestra época. El atractivo del “New Age”, es que ofrece atención en aquellas áreas de la síntesis católica que hemos descuidado pero que sí existen: la importancia de la dimensión espiritual del hombre, la búsqueda del sentido de la vida y la vinculación con otros seres humanos y con la creación. También existe un marcado de seo de transformación personal y social que no hemos atendido. Hemos rechazado la visión racionalista y materialista de la humanidad pero no hemos llenado este vacío con una pastoral como la que nos ofrece Jesús al acercarse a la mujer samaritana. Antes de evangelizarla, infunde primero en ella el deseo de ser salvada, el deseo de conocerlo y el deseo de profundizar en lo eterno. No sirve de nada empezar a predicar si no se infunde el deseo de conocer mejor a Jesús, antes. La actividad pastoral debe de estar orientada hacia Jesús que es la fuente de agua viva primero. Despúes hacemos preguntas, si es necesario, ya habrá tiempo para saber acerca de ese “sexto marido”. Tomemos en cuenta que Jesús le revela la fuente del agua viva, sin condiciones. No sabemos si dejó al sexto hombre o qué pasó con él. Lo que sí sabemos es que fue a evangelizar, fue a compartir que había encontrado al Mesías. Ellos comprendieron que había llegado la Era Cristiana, descubrieron su identidad de hijos de Dios, mientras que muchos de los seguidores del “New Age” dicen vivir en la Era de Acuario. Por otra parte, estamos bebiendo de las fuentes de agua sucia de la TV y los medios. Si revisamos el contenido de esa programación, podremos darnos cuenta que 20 siglos de civilización cristiana no han sido suficientes para transformar nuestro interior en un manantial de agua viva. La TV nos ofrece lo que nosotros pedimos, la mercadotecnia se orienta a la demanda y esa programación es una réplica de nuestra vida interior.

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