viernes, 19 de agosto de 2011

SÁBADO DE LA SEMANA 20ª DEL TIEMPO ORDINARIO



SÁBADO DE LA SEMANA 20ª DEL TIEMPO ORDINARIO

HACER Y ENSEÑAR

Jesús comenzó a hacer y a enseñar.

El testimonio de las obras bien acabadas y de la caridad con todos

No basta con el ejemplo: es preciso dar doctrina, aprovechando todas las ocasiones y creándolas.

1.- Rt 2, 1-3.8-11; 4, 13-17

-Noemí, por parte de su marido, tenía un pariente. Era un rico propietario del mismo clan, llamado Booz.

En su desamparo esas dos mujeres tienen suficiente valor e imaginación para forzar el destino: se agarran a lo que pueden... ese pariente lejano, por ejemplo. ¿Quién sabe si las podría ayudar?

-Rut, la moabita, dijo a Noemí: «Déjame ir al campo detrás de aquel que me lo permita... quiso la suerte que fuera a dar en una parcela de Booz. Booz dijo a Rut: «¿Me oyes, hija mía? No vayas a espigar a otro campo ni te alejes de aquí, quédate junto a mis criados y sígueles. Les he encargado que no te molesten. Si tienes sed vete a las vasijas del agua que han sacado del pozo.»

He ahí un hombre particularmente justo y bueno

Una vez más nos encontramos ante una página que preanuncia el evangelio: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo... Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber...»

-Entonces Rut se postró rostro en tierra y le dijo: «¿Cómo he hallado gracia a tus ojos para que te fijes en mí que no soy más que una extranjera?» Booz respondió: «Me han contado todo lo que hiciste con tu suegra, después de la muerte de tu marido y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y a tu país natal y has venido a un pueblo que no conociste en tu vida. »

Siempre la misma insistencia y la misma lección de "amplitud de miras", de «apertura de corazón»

-Booz tomó a Rut para que fuera su mujer y se unió a ella.

Este episodio es la ilustración concreta de la ley del Levirato que evoca el evangelio; el pariente más próximo debía procurar descendencia a una viuda, en una especie de solidaridad de clan. (Dt 25, 5-10; Mt 22, 24).

-El Señor le concedió que concibiera, y dio a luz a un niño.

Las mujeres de Belén dijeron a Noemí: "¡Bendito sea el Señor que hoy te ha dado un defensor! ¡Que se celebre su nombre en Israel! Será para ti un consuelo y un apoyo de tu vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera que te quiere y es para ti mejor que siete hijos.»

Hay que volver a escuchar esa delicada y natural manera de acoger la «vida», el «niño».

Esa actitud perdura todavía en el conjunto de los pueblos pobres y puede plantear la cuestión a nuestras sociedades occidentales tentadas por una contraconcepción sin freno y sin límite.

V/BENDICION: La «vida» considerada como una «bendición» de Dios: actitud resueltamente optimista, que contrasta con la tristeza característica de los pueblos ricos.

-Las vecinas decían: «Le ha nacido un hijo a Noemí» y le llamaron Obed. Fue el padre de Jesé, padre de David.

El misterio de un nacimiento es que no se puede nunca saber ¡«qué» llegará a ser aquel niño! Un genio, un artista, un santo, un bienhechor de la humanidad...

Es la gloria de las madres.

Y David nacerá de esa moabita, cuya nación es particularmente detestada por el pueblo de Israel (Génesis 19, 37), ¡por proceder de un incesto! Misterio de los destinos salvadores de Dios.

Rut 2,1-3.8-11; 4,13-17

a) Termina hoy, y de color rosa, la historia de Rut. Para poder subsistir ella y su suegra Noemí, la joven se presta a trabajar de espigadora en los campos del rico Booz. Pero éste, que se ha enterado de la noble actitud de la muchacha, se enamora de ella y la toma por esposa. La historia es bastante más larga: aquí la leemos muy resumida.

De esa unión nace Obed, el padre de Jesé, el padre de David. Cuando Mateo, al comienzo de su evangelio, nos enumera la genealogía de Jesús, el Mesías, no se olvida de poner el nombre de esta mujer, Rut, la moabita, o sea, una extranjera, aunque convertida a la religión de Yahvé.

b) Nuestra primera reflexión es aprender de Rut esa difícil fidelidad en las cosas de cada día, en nuestras relaciones familiares o comunitarias. Que es la que proporciona la verdadera felicidad. Por eso está muy bien elegido el salmo: «dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos; comerás del fruto de tu trabajo, seras dichoso, te irá bien... esta es la bendición del que teme al Señor». Si fuéramos sencillos y disponibles como Rut, nos irían mucho mejor las cosas en la sociedad y en la Iglesia.

Pero podemos sacar otra consecuencia: alegrarnos de que, en la lista genealógica de Jesús, en la que la mayoría son hombres y, además, las pocas mujeres que se citan no son muy recomendables (como la madre de Salomón, Betsabé), aparezca una mujer buena, sencilla, trabajadora y extranjera.

Eso nos reconcilia con las personas humildes y nos hace admirar los caminos por los que Dios va conduciendo la historia, mientras que nosotros tal vez nos inclinamos a las cosas y las personas muy solemnes y aparentes. Jesús elige como apóstoles a gente sencilla: pescadores y hasta publicanos, recaudadores de impuestos. ¿Tenemos un corazón universal para aceptar a los emigrantes y a los que, en principio, podríamos considerar como alejados y extraños y hasta pecadores? ¿somos ecuménicos en nuestra actitud hacia los otros cristianos? ¿tenemos un ánimo acogedor?

Salmo responsorial: 127: Tu bendición Señor, hace florecer la vida

En el capitulo 23, Mateo agrupó varias frases de Jesús "contra los fariseos".

-En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.

Tomaron un poder oficial desde el punto de vista religioso.

Fueron lo que hoy se llama "un grupo de presión".

-Haced pues y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque "ellos dicen" y "no hacen".

Primera crítica: son buenos disertadores, son teóricos. Su ideal es válido, pero no lo ponen realmente en práctica en su vida. Ayúdame, Señor, a detectar esa distancia entre "lo que digo" y "lo que hago". Hazme clarividente y realista.

-Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas.

Segunda crítica: "oprimen" a los demás con sus grandes principios, son muy exigentes para los demás y muy poco para sí mismos. Saben lo que se tendría que hacer. "No hay más que..." Ayúdame, Señor, a ser bueno con los demás y exigente para conmigo. Haz que sepa descargar del peso a los demás... y que yo mismo no sea una carga para los que me rodean.

-Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres...

Filacterias, orlas, primeros puestos, saludos.

Tercera crítica: Actúan no para Dios, sino "para ser vistos".

Buscan recibir honores y destacar entre los demás.

Es la puerta abierta a la vanidad que da importancia a lo que no la tiene... y también a la hipocresía, que conserva una fachada de honorabilidad cuando todo el interior está podrido.

Ayúdame, Señor, a ver todos los gérmenes de fariseísmo que estén en mí.

-Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbi"... -Maestro- Ni llaméis a nadie "Padre"...

Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores"....

Efectivamente Jesús persigue todos los "títulos" que uno puede darse a sí mismo. Pero Jesús condena también esa pretensión de ser el guardián de la ortodoxia: la religión de Jesús no es una religión "profesoral", en sentido despectivo, donde están los que "saben" y deben enseñar su saber a los demás. Encontrar a Dios, entrar en relación con Dios no es privilegio de los exégetas, de los teólogos, de los sabios. La abuela ancianita que ha vivido toda su vida desvelándose por los demás y rezando sencillamente sus oraciones, sabe y tiene mejor conocimiento de Dios, que todos los doctores en teología.

-Vosotros sois todos hermanos y tenéis un solo Padre, el del cielo, y un solo Doctor, Cristo...

Sí, los mismos apóstoles no hacen mas que transmitir "lo que han recibido".

No convendría disputar sobre las palabras, porque el lenguaje cambia y los "términos" del tiempo de Jesús no tienen hoy la misma resonancia sensible.

De todos modos, en esas palabras de Jesús, hay una profunda reivindicación de igualdad: la sola apelación entre nosotros verdaderamente evangélica, debiera ser la de "¡hermano!" Pero, más allá de las palabras, es la actitud lo que cuenta.

Los cristianos de hoy ¿están preparados para esa conversión?

-El mayor entre vosotros sea vuestro servidor. El que se humille, será ensalzado. El que se ensalza, será humillado.

¿Cuándo haremos por fin caso de esas consignas repetidas de humildad y de servicio?

Examinar detenidamente en mí todos mis instintos de superioridad... todos mis fariseísmos.

. Mateo 23,1-12

a) Ayer los fariseos le preguntaban a Jesús, seguramente con no muy buena intención, cuál era el mandamiento principal. Hoy escuchan un ataque muy serio de Jesús sobre su conducta: «haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen».

Los fariseos eran buenas personas, deseosas de cumplir la ley, pero en su conducta mantenían unas actitudes que Jesús desenmascara repetidamente. Su lista empieza hoy y sigue durante tres días de la semana próxima:

- se presentan delante de Dios como los justos y cumplidores;

- se creen superiores a los demás;

- dan importancia a la apariencia, a la opinión que otros puedan tener de ellos, y no a lo interior;

- les gustan los primeros lugares en todo;

- y que les llamen «maestro», «padre» y «jefe»;

- quedan bloqueados por detalles insignificantes y descuidan valores fundamentales en la vida;

- son hipócritas: aparentan una cosa y son otra;

- no cumplen lo que enseñan: obligan a otros a llevar fardos pesados, pero ellos no mueven ni un dedo para ayudarles...

b) El estilo que enseña Jesús a los suyos es totalmente diferente. Quiere que seamos árboles que no sólo presenten una apariencia hermosa, sino que demos frutos. Que no sólo «digamos», sino que «cumplamos la voluntad de Dios». Exactamente como él, que predicaba lo que ya cumplía. Así empieza el Libro de los Hechos: «El primer libro (el del evangelio) lo escribí sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio» (Hch i, l ).

Hizo y enseñó. ¿Se podría decir lo mismo de nosotros, sobre todo si somos personas que enseñan a los demás y tratan de educarles o animarles en la fe cristiana?

¿Mereceríamos alguna de las acusaciones que Jesús dirige a los fariseos?

Repasemos, como mirándonos a un espejo, esta lista de defectos y con sinceridad respondámonos a nosotros mismos. Porque puede ser que también caigamos en lo de buscar los primeros lugares y lo de cuidar la apariencia exterior, y lo de no cumplir lo que recomendamos a los demás...

Jesús ataca, sobre todo, a los que de alguna manera son dirigentes en la sociedad, porque dicen una cosa y hacen otra. Él quiere que aquellos de entre nosotros que tengan alguna clase de autoridad no se hagan llamar «maestros, padres, jefes»: que entiendan esa autoridad como servicio («el primero entre vosotros será vuestro servidor»), que no se dejen llevar del orgullo («el que se enaltece será humillado»). El mejor ejemplo nos lo dio el mismo Jesús, cuando, en la cena de despedida, se despojó de su manto, se ciñó la toalla y empezó a lavar los pies a sus discípulos: «si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14).

Tendremos que corregir lo que tengamos de fariseos en nuestras actitudes para con Dios y para con el prójimo.

«Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos» (salmo I)

«Voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel» (1ª lectura II)

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos» (salmo II)

«El primero entre vosotros será vuestro servidor» (evangelio)

Mt 23, 1-12: Maestro sólo hay uno

Los fariseos buscaban el prestigio a cualquier precio. Ellos formaban un partido político que quería alcanzar el Reino por medio del estricto cumplimiento de la Ley. Se mostraban como modelos de santidad y perfección con la intención de meter al pueblo por el camino del fanatismo religioso. Pero, sus aspiraciones verdaderas eran adquirir el poder con el apoyo popular.

Jesús les reprocha a los fariseos la pretensión de cargar al pueblo con seiscientos trece mandatos que ellos mismos no cumplían. Estos eran una carga extremadamente pesada e inútil. Los fariseos se exhibían como hombres piadosos, pero no estaban dispuestos a realizar lo más importante de la ley que es la misericordia y la justicia.

Jesús invita a los suyos a aprender de lo que saben los fariseos pero no a imitar su actitud de vida. Pues, en efecto, ellos enseñaban muchas cosas valiosas de la Sagrada Escritura, pero no estaban dispuestos a comprometerse con las exigencias de la Palabra de Dios. La comunidad de Jesús, por el contrario, no basa su existencia en una mera noción de la Palabra, sino en un compromiso vital con ella.

Actualmente enfrentamos un reto similar al que enfrentó Jesús: hay quienes se presentan como maestros, jefes y doctores que conocen perfectamente las doctrinas y pueden guiar a la comunidad, pero que, en verdad, buscan el poder y el prestigio. La comunidad debe ser crítica ante ellos y descubrir sus verdaderas intenciones. El maestro, la doctrina y la autoridad siguen siendo Jesucristo y su Evangelio. A la luz de El y de su Palabra la comunidad ha de discernir el verdadero camino de vida.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO

3-5. COMENTARIO 1

v. 1: Entonces Jesús, dirigiéndose a las multitudes y a sus discípulos...

Para empezar, Jesús no se dirige a letrados y fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Su denuncia pretende abrirles los ojos para que conozcan la calidad de los que se proclaman maes tros y se liberen de su yugo.

v. 2: ...declaró: En la cátedra de Moisés han tomado asiento los le trados y los fariseos.

En Dt 18,15.18 se anunciaban profetas como los sucesores de Moisés. El puesto de los profetas lo han tomado los doctores de la Ley y sus observantes. Se ha sustituido la referencia a Dios, propia de los profetas, por la referencia a un código minuciosa­mente comentado e interpretado, que ahoga al hombre en la ca suística. Recuérdense los 613 mandamientos que se distinguían en la Ley, todos obligatorios por igual.

v. 3: Por tanto, todo lo que os digan, hacedlo y cumplidlo..., pero no imitéis sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen.

Los puntos suspensivos indican la ironía de la frase. El segundo miembro neutraliza al primero, pues nadie hace caso de maestros sabiendo que son hipócritas. Esta interpretación se con firma por el hecho de que Jesús ataca no sólo la conducta, sino también la doctrina de los fariseos (15,6-9.14; 16,12; 23,13.15.16-22). No puede, por tanto, estar recomendando que hagan lo que dicen.

v. 4: Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo.

«Los fardos pesados» se oponen a «la carga ligera» de Je sús (11,30). La doctrina propuesta por los letrados es una carga insoportable. Es más, ellos, que la proponen como obligatoria, no ayudan en nada a su observancia, se desentienden de los que ten drían que observarlas. No pretenden, por tanto, ayudar a los hom bres, sino dominar por medio de su doctrina.

vv. 5-6: Todo lo hacen para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y borlas grandes en el manto: 6les encantan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas...

«Se ponen distintivos ostentosos», lit. «ensanchan sus filac terias». Este término significa «medio de protección» contra el mal, y en el contexto judío, probablemente «medio de custodiar/conservar en la memoria» la ley de Moisés; consistían en unos colgantes que llevaban escritos ciertos pasajes de la Ley (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16.2-10) y eran el cumplimiento al pie de la letra de Ex 13,9.16; Dt 6,8; 11,18 («meteos estas palabras mías en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente»). Se colgaban en la frente y en la muñeca los días de trabajo para la oración de la mañana y se pronunciaba una bendición a Dios. Los fariseos devotos las llevaban puestas todo el día, y más grandes de lo ordinario, para ostentar su fidelidad a la Ley.

No existe equivalente exacto en nuestra cultura, lo más aproximado serían los distintivos ostentosos de la propia piedad o consagración a Dios. La traducción más cercana al original será: «se cuelgan amuletos anchos/insignias/distintivos ostentosos»; el objetivo de aquella exhibición ha de ser explicado.

vv. 7-8: ...que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «Rabbí». 8Vosotros, en cambio no os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois hermanos...

«Señor mío», «monseñor», significado de «rabbí» en la época de Jesús; era titulo dado a los maestros eminentes de la Ley. De ordinario se traduce «maestro», pero en este texto, donde Mt opone el término hebreo al griego, es mejor conservarle su sentido de título.

Aunque el texto no lo indica, estas palabras de Jesús están dirigidas a sus discípulos. Jesús insiste en la igualdad entre los suyos. Nadie de su comunidad tiene derecho a rango o privilegio; nadie depende de otro para la doctrina: el único maestro es Jesús mismo: todos los cristianos son «hermanos», iguales. De hecho es Jesús solo quien puede revelar al hombre el ser del Padre (11,27). Esta es la verdadera enseñanza, que consiste en la experiencia que procura el Espíritu. Esto indica que en su comunidad lo único que tiene vigencia es lo que procede de él, que nadie puede arrogarse el derecho a constituir doctrina que no tenga su fundamento en la que él expone y su base en la experiencia que él comunica, y que en esta tarea todos son iguales.

v. 9: y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo...

«Y no os llaméis padre»: título de los maestros y de los miembros del Gran Consejo (Hch 7,2; 22,1).

El título «padre» se usaba para los rabinos y los miembros del Gran Consejo. «Padre» significaba transmisor de la tradición y modelo de vida. Jesús prohíbe a los suyos reconocer ninguna paternidad terrena, es decir, someterse a lo que transmiten otros ni tomarlos por modelo. Lo mismo que él no tiene padre humano, tampoco los suyos han de reconocerlo en el sentido dicho. El dis cípulo no tiene más modelo que el Padre del cielo (cf. 5,48) y a él sólo debe invocar como «Padre» (6,9). Se adivina en las pala bras de Jesús la relación que crea el Espíritu: él es la vida que procede del verdadero Padre, y el agente de la semejanza del hom bre con el Padre.

v. 10: tampoco dejaréis que os llamen «directores», porque vuestro director es uno solo el Mesías.

El término usado por Mt significa el consejero y guía es piritual. Lo mismo que el título de Maestro, Jesús se reserva tam bién éste y previene contra toda usurpación. Es él, en cuanto Mesías, el que señala el camino y es objeto de seguimiento.

v. 11: El más grande de vosotros será servidor vuestro.

Establecida la diferencia entre el comportamiento de los rabinos y el de los discípulos (8-10), define Jesús cuál es la ver dadera grandeza, en oposición a las pretensiones de los letrados y fariseos; prescribe el espíritu de servicio, en contraste con la falta de ayuda de los maestros de la Ley a los que tienen que cumplirla (v. 4).

v. 12: A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.

Contra el deseo de preeminencia, enuncia Jesús el principio que ha de orientar a su comunidad. El sujeto no indicado de los verbos «lo abajarán, lo encumbrarán» es Dios mismo. El principio enuncia, por tanto, un juicio de Dios sobre las actitudes humanas. La estima que pretenden los rabinos ante los hombres, es deses tima a los ojos de Dios.

COMENTARIO 2

Entre los grupos religiosos existentes en Palestina en tiempos de Jesús, el más influyente era el de los fariseos. La mayoría de ellos eran personas sencillas del pueblo, sin una formación especial. Constituían el "pueblo de la práctica", los laicos celosos por la ley. Los dirigentes del grupo, la minoría, eran escribas, letrados o juristas (especialistas en la ley). Tenían poder y autoridad sólo por su saber. Sólo ellos podían decidir en cuestiones de legislación religiosa y ser jueces en procesos criminales. Se consideraban los "inmediatos herederos y sucesores de los profetas", el verdadero Israel.

Ahora podemos entender el significado de las palabras de Jesús en el texto de hoy, las cuales van dirigidas principalmente a los escribas y rabinos que se sientan en la cátedra de Moisés para explicar y aplicar la ley mosaica, pues son ellos los que imponen cargas pesadas, quieren que se les respete, y con ello convierten la gloria de Dios en su propia gloria.

Jesús denuncia la actitud de estos falsos maestros porque se sienten seguros de sí mismos, porque pretenden adueñarse de lo que pertenece al pueblo, porque pretenden ser los santos, porque se creen seguros de su salvación y, sin embargo, son incoherentes, porque no practican lo que enseñan: "pues atan pesadas cargas y las echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos no quieren moverlas ni con un dedo"

En los vv. 8-12 Jesús cambia de interlocutores, ahora sus palabras están orientadas a sus discípulos para enseñarles cuáles deben ser sus actitudes en la vida comunitaria y en el ejercicio de su ministerio. Los discípulos son invitados a recorrer el mismo camino de su Maestro, el discípulo debe ejercer toda responsabilidad desde el último lugar. En la comunidad cristiana cumplirá bien con esta tarea quien no busque su propia autoridad, quien sea un hermano entre los hermanos, quien construya la unidad desde la hermandad que se hace realidad desde la actitud de servicio y no desde el cumplimiento de la ley, porque Jesús une la autoridad en la comunidad al servicio fraterno.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)

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