viernes, 29 de abril de 2011

# Los buenos son recordados por siempre, de los malos nadie se acuerda; que procuremos fomentar la auténtica esperanza, responder que sí a Dios

Llucià Pou Sabaté
Viernes de la 8ª semana: Los buenos son recordados por siempre, de los malos nadie se acuerda; que procuremos fomentar la auténtica esperanza, responder que sí a Dios
1. El Eclesiástico (44,1.9-13) hace “el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según su sucesión. De otros no ha quedado recuerdo, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron cual si a ser no llegaran, así como sus hijos después de ellos. Mas de otro modo estos hombres de bien, cuyas acciones justas no han quedado en olvido. Con su linaje permanece una rica herencia, su posteridad. En las alianzas se mantuvo su linaje, y sus hijos gracias a ellos. Para siempre permanece su linaje, y su gloria no se borrará”. Es como un álbum de fotos familiar, en que se recuerdan con su correspondiente elogio muchos nombres que han dejado huella en la historia del pueblo. Los buenos quedan en el recuerdo. En Jesús, todo tiene un sentido nuevo… Concédenos, Señor, la Esperanza verdadera. Concédenos la gracia de vivir realmente nuestra Fe en el misterio Pascual. Haz de nosotros unos testimonios fieles de este misterio, entre nuestros hermanos sin esperanza.
2. El Salmo (149,1-6,9) canta: “¡Aleluya! ¡Cantad a Yahveh un cantar nuevo: su alabanza en la asamblea de sus amigos! ¡Regocíjese Israel en su hacedor, los hijos de Sión exulten en su rey; alaben su nombre con la danza, con tamboril y cítara salmodien para él! Porque Yahveh en su pueblo se complace, adorna de salvación a los humildes. Exalten de gloria sus amigos, desde su lecho griten de alegría: los elogios de Dios en su garganta, y en su mano la espada de dos filos; para aplicarles la sentencia escrita: ¡será un honor para todos sus amigos!” Con los ojos fijos en Jesús, que es el que va delante de nosotros, enseñándonos el camino y dándonos fuerzas, queremos continuar esta cadena de santos, que vivieron, lucharon, reflexionaron, oraron... Yo no soy más que un eslabón de esa cadena.
3.- Marcos (11,11-26) me habla de dar fruto. Jesús, “cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -«¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: -«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.»” La acción simbólica en torno a la higuera estéril va con la otra acción, no menos simbólica y valiente, de Jesús arrojando a los mercaderes del Templo. La higuera no tenía frutos. No era tiempo de higos o ya se le habían gastado. Jesús, con todo, se queja de esa esterilidad. Su lamento nos recuerda el poema de la viña estéril de Isaías 5: «Una viña tenía mi amigo... esperó que diese uvas, pero dio agraces». Jesús pronuncia unas palabras duras contra la higuera: «nunca jamás coma nadie de ti». En efecto, al día siguiente, la higuera se había secado. Si Jesús hizo este gesto es porque apuntaba a otra clase de esterilidad: es el pueblo de Israel, sobre todo sus dirigentes, el árbol que no da los frutos que Dios pedía. Israel ha fracasado. Israel es la higuera seca. Los mercaderes que vendían animales para el sacrificio o cambiaban monedas, estaban en el atrio, contaban con todos los permisos de los responsables y no parecían estorbar el culto. Lo que hace Jesús es, de nuevo, un gesto simbólico, tal vez no tanto contra los mercaderes, sino contra los responsables del Templo: lo que denuncia es la hipocresía del culto, hecho de cosas exteriores pero sin obras coherentes en la vida. Ya los profetas, como Jeremías, habían atacado la excesiva confianza que tenían los judíos en el Templo y en la realización -eso sí, meticulosa- de sus ritos. El culto tiene que ir acompañado de la fidelidad a la Alianza. También quiere subrayar Jesús que el culto del Templo debería ser más universal, sin poner trabas a los extranjeros. Los mercaderes hacían que los que venían de fuera tuvieran que cambiar la moneda pagana -considerada impura- por la judía, para poderla ofrecer en el Templo. No sería extraño que en este comercio hubiera además abusos y trampas, aprovechándose de los forasteros. Jesús quiere que el Templo sea «casa de oración para todos los pueblos», lugar de oración auténtica. y no una «cueva de bandidos» y de ajetreo de cosas y comercio. San Josemaría comentó la escena, en un tono que nos empuja a la exigencia: ”Jesús había trabajado mucho la víspera y, al emprender el camino, sintió hambre. Movido por esta necesidad se dirige a aquella higuera que, allá distante, presenta un follaje espléndido. Nos relata San Marcos que no era tiempo de higos; pero Nuestro Señor se acerca a tomarlos, sabiendo muy bien que en esa estación no los encontraría. Sin embargo, al comprobar la esterilidad del árbol con aquella apariencia de fecundidad, con aquella abundancia de hojas, ordena: nunca jamás coma ya nadie fruto de ti. / ¡Es fuerte, sí! ¡Nunca jamás nazca de ti fruto! ¡Cómo se quedarían sus discípulos, más si consideraban que hablaba la Sabiduría de Dios! Jesús maldice este árbol, porque ha hallado solamente apariencia de fecundidad, follaje. Así aprendemos que no hay excusa para la ineficacia. Quizá dicen: no tengo conocimientos suficientes… ¡No hay excusa! O afirman: es que la enfermedad, es que mi talento no es grande, es que no son favorables las condiciones, es que el ambiente… ¡No valen tampoco esas excusas! ¡Ay del que se adorna con la hojarasca de un falso apostolado, del que ostenta la frondosidad de una aparente vida fecunda, sin intentos sinceros de lograr fruto! Parece que aprovecha el tiempo, que se mueve, que organiza, que inventa un modo nuevo de resolver todo… Pero es improductivo. Nadie se alimentará con sus obras sin jugo sobrenatural. / Pidamos al Señor que seamos almas dispuestas a trabajar con heroísmo feraz. Porque no faltan en la tierra muchos, en los que, cuando se acercan las criaturas, descubren sólo hojas: grandes, relucientes, lustrosas. Sólo follaje, exclusivamente eso, y nada más. Y las almas nos miran con la esperanza de saciar su hambre, que es hambre de Dios. No es posible olvidar que contamos con todos los medios: con la doctrina suficiente y con la gracia del Señor, a pesar de nuestras miserias”… Recuerdo un amigo, hace muchos años, que me escribió una carta. Adolescente, quedó impactado por estas palabras, decía que hacía mucho tiempo que no veía un cura y no se confesaba, que se dejaba ir por la poltronería y la dejadez, por la bajada del ir dejándose llevar por lo más placentero… no estaba contento de sí mismo. Al leer esas palabras del comentario de la escena de la higuera que no daba frutos y que quedaba seca, fue a buscar un cura y se confesó. Llucià Pou Sabaté

Yvette Camou
P. Llucià, Sobre el follaje y nada más....Eso me trae a reflexionar sobre nuestra sensibilidad pastoral y sobre las Catequesis, especialmente esa catequesis que viene demasiado empacada con pedagogía pero no trae mucho contenido. Veo mucho follaje pero no entregamos el fruto a nuestros destinatarios. Mientras más pedagogía, especialmente esa pedagogía que no impulsa a la gente a aprender a buscar rspuestas por sí mismos, que sólo los vuelve dependientes del método, menos aprenden. Así está sucediendo también en las escuelas. En el caso de la sensibilidad pastoral, usted pudiera ilustrarnos más al respecto. No es llo mismo evangelizar en un territorio de misión donde puede haber hasta 90% de parejas no casadas que en un grupo de clase media. Los jóvenes también se quejan de que falta satisfacer esa sed de Dios que traen en sus almas, con tanta desintegración familiar, a veces es muy difícil comprender lo que sienten, especalmente para quienes crecimos dentro de una familia estable y nunca experimentamos ese dolor. Los grupos de soporte ayudan pero también hace falta una orientación que los anime, que no se conviertan en grupos 'terapéuticos' nada más. Hemos leído los documentos de Aparecida pero todavía nos falta mcha reflexión. Quizás usted, que vive en España, en una sociedad muy secularizada, tenga experiencias y puntos que compartir que nos iluminen.

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